«Fantomas contra los vampiros multinacionales», de Julio Cortázar – Planeta Destino

fantomasUn fantasma sobrevuela la novela: el fantasma de la historieta

 En cierto sentido, se puede seguir haciendo historieta con palabras.

John Updike

Publicado originalmente en el año 1975 (y no en 1965, como pregona entre su multitud de erratas, errores y manipulaciones la edición de Planeta-Destino, de 2002, que pone en práctica de manera menos terrible pero bastante irónica los hechos que cuentan las viñetas del libro), Fantomas contra los vampiros multinacionales, de Julio Cortázar, resulta perturbador tanto por su capacidad de anticipación y de denuncia –No Logo o El horror económico le deben al menos algo del tono- como por su indefinición genérica -¿historieta o novela, historieta novelada o novela dibujada, «novela gráfica», un poco de todo o nada de nada?-. Lo esencial del problema de esta «utopía realizable», como la llama Cortázar, pertenece a una discusión más vieja y muy transitada, al eterno debate sobre la relación que debe existir entre política y ficción, entre arte y compromiso, entre imaginación y realidad.

cortázarEn la Introducción a su ensayo “Historieta y política en los ’80”, Pablo De Santis imagina diversos comienzos para la historieta argentina de esa década, pero se queda con aquel que más tiene de político, esto es, con la desaparición de Oesterheld en 1977. No obstante, podría haber elegido -intuyo por la historia de Muñoz y Sampayo que ilustra la página anterior, en la que aparece un joven Cortázar- Fantomas…, si bien después de leer su reseña para Clarín (Cultura y Nación, 22/02/03) se entiende el porqué de la omisión: sencillamente, la novela no le gusta, le parece “débil”. Hay múltiples razones para el rechazo, pero una destaca con claridad. A De Santis, como a Borges o a Gao Xingjian, no le agradan los libros explícitos en sus intenciones o cargados de preocupaciones sociales y de reclamos de justicia porque cargan con el peso del mensaje, de la moraleja, y parecerían recordar el molesto pedido de la madre de Hamlet a Polonio: “More matter, with less art”. Él percibe que la búsqueda artística (“forma”) y el compromiso (“fondo”) no terminan de cuajar, al menos en esta obra. Fantomas… es, creo yo, una lógica y digna consecuencia de una serie de experimentos literarios de Cortázar que incluyen, como mejores ejemplares, La vuelta al día en ochenta mundos (de 1967), Último round y la “adaptación al diseño gráfico” de “Casa tomada” (ambas de 1969, año en que el novelista John Updike declaraba que la narrativa extensa tenía muchas posibilidades inexploradas; entre ellas, la integración de la historieta a la literatura). Los dos primeros ejemplos son colecciones de poesía, ensayo y ficción, mientras que el tercero consiste en la puesta en plano (arquitectónico) del primer cuento de Cortázar. Basándose en el relato, Juan Fresán compuso los planos del caserón y colocó, habitación por habitación como en viñetas, las palabras del texto según lo iba marcando la trama. Esos textos forman parte, junto con Fantomas…, del sector menos frecuentado y leído del escritor de Banfield. Mirar el catálogo de reediciones de obras fundamentales que Clarín publicó como homenaje en 2004 y notar su conjunta ausencia es todo uno. 

fantomas tapa 2La historia de este comic-book (en su sentido más literal y compuesto, la mejor clasificación  genérica para el volumen) es simple. El narrador-Cortázar compra una revista de Fantomas para leer en el tren; en esa historieta, se relatan el incendio de todas las bibliotecas del mundo y la prohibición, bajo amenaza de muerte, de escribir nuevas obras. Al llegar a su casa, el escritor descubre que lo que allí se cuenta está efectivamente ocurriendo. Entonces, escritores setentistas y reales de todo el mundo van desfilando -dibujados o no- por las hojas de esta aventura quejándose de semejante ataque a la cultura. Pero en realidad eso representa, nos dolerá saber, un “Gran Engaño”, dirigido no solo al lector, sino también a los propios intelectuales. En un momento, Octavio Paz admite: “Somos unos perfectos intelectuales, Julio. Verifica mi diálogo con Fantomas y verás que le pido que haga algo por el amor que profesa al arte. Si pudiera cambiar ese texto, donde dice arte yo hubiera debido decir hombre”. Finalmente, la explicación se completa con las palabras de Susan Sontag: “¿Qué son los libros al lado de cortázar 2quienes los leen? ¿De qué nos sirven las bibliotecas enteritas si sólo les están dadas a unos pocos? También esto es una trampa para intelectuales. La pérdida de un solo libro nos agita más que el hambre en Etiopía, es lógico y comprensible y monstruoso al mismo tiempo”. Cortázar utilizó efectivamente viñetas de un número de la historieta Fantomas de Novaro en la que él aparecía como personaje, escrita por Gonzalo Martré y dibujada por Víctor Cruz. El problema es que esas páginas fueron rehechas para la edición de Planeta-Destino por Xavier Teixedó y su naturaleza se ha visto «modernizada», es decir, extremadamente alterada.

fantomas 1Cabe destacar que el mencionado giro de la trama se da apenas después de la página 42, cuando se abandona la parte más típicamente historietística que, de todos modos, contenía tan solo doce páginas con formato historieta o viñetas sueltas, un collage y un plano. Y aun así su autor, en el inicio del apéndice, se empeña en llamar ‘historieta’ al libro, aunque ya en el segundo ‘capítulo’ había dicho que se terminaban los títulos de los capítulos -esos largos títulos explicativos al estilo del Quijote- porque empezaban entonces “numerosas y bellas imágenes para dividir y aliviar la lectura de esta fascinante historia”. No obstante, vale decir que se destacan ciertos elementos propios del noveno arte: la predominancia de los diálogos sobre la narración, la verosimilitud de dichos diálogos (patrimonio, en Argentina, de la historieta y no del cine, por lo menos hasta hace poco), la utilización de onomatopeyas (plok, chuip chuip, etc.), la experimentación y la necesidad de un ‘lector’ que dé coherencia las escenas inconexas, entre otras.

sontagA partir del mencionado quiebre se despliega la parte más política y menos aventurera, hecho explicitado por Sontag-personaje en la página 48: “Lástima que yo no sea buena dibujante, porque me pondría enseguida a preparar la segunda parte de la historia, la verdadera. En palabras será menos interesante para los lectores”. Recuerdo ahora, en relación con este cambio, el Animal Man del Gran(t) Morrison: el propio autor se hacía presente en el cómic para explicarle al personaje que, hacia el final de la serie, la historia se la había ido de las manos y se había vuelto panfletaria y socialmente consciente (a lo que habría que agregar que no por eso era menos buena). Ya no hay, pues, historietas ni apelaciones para que el lector considere entretenida la lectura: se acabaron los “nuestra fascinante historia”, los “para qué apurarse si hasta aquí todo va de lo más bonito”; ahora entramos definitivamente, aunque con ciertos toques de humor, en lo serio, en lo terrible: denuncias de torturas, acusaciones, discursos politizados, repetidas menciones al Tribunal Russell II (cuyas actas, reproducidas en el apéndice como corolario político de la obra, Cortázar intentaba dar a conocer con esta publicación). Sigue habiendo imágenes, pese a todo: se suceden ilustraciones y caricaturas, fotomontajes, diagramas, réplicas de documentos reales y artículos periodísticos. Pero también hay, quizás, un cierto prejuicio hacia la historieta como lenguaje, como si no fuera capaz de abordar lo serio y se quedara en el puro entretenimiento.

fantomas 2Así como el cine sigue pegado a la literatura por ser esta una de sus principales fuentes de inspiración, la historieta continúa pendiente de lo libresco por su formato y porque se supone que requiere, más que de un espectador, de un lector. En el caso particular de Fantomas…, la relación se hace evidente y es motivo de reflexión: para resolver la quema de libros, es necesaria la presencia de un héroe de historieta y del género mismo, quizá porque hay horrores que (como en Maus) deben ser contados y mostrados a la vez. Aunque el abandono de la forma historietística en el final, como vimos antes, tal vez contenga un dejo de menosprecio o de rechazo hacia una forma artística fuertemente asociada (en su variante superheroica o de héroes enmascarados) con “el imperialismo”, y de la que no obstante Cortázar ha sabido apropiarse de una manera interesante. (Habría que comparar ese final en el que se abandona la forma historietística con el final de El chico de la historieta de Ziraldo).

Hernán Ostuni decía, en el documental H. G. O. Hora Cero, que si bien la segunda parte de El Eternauta era inferior en calidad a la primera por hacer explícitos sus intenciones y sus mensajes, resultaba un excelente fresco de la época del país en la que había sido escrito. Pese a transcurrir en escenarios ajenos a la Argentina, se podía leer en ellos la misma tensión y los mismos problemas que la gente vivía. Con Fantomas… ocurre algo similar: muestra, de manera excelente, unos ideales de lucha y de compromiso que hasta hace poco parecían haber quedado en los embarrados setenta. No solo deja, como dijimos antes, una advertencia para los intelectuales, sino también para el pueblo, nuevamente en boca de Sontag: “No, Julio, no agregues ‘Fantomas’ o cualquier otro nombre que se te ocurra. Por supuesto que necesitamos líderes, es natural que surjan y se impongan; pero el error está en presuponer al líder, Julio, en no mover un dedo si nos falta, en esperar sentados que aparezca y nos reúna y nos dé consignas y nos ponga en marcha”.

Una versión del libro de Cortázar puede descargarse en pdf haciendo clic aquí.

Un interesante artículo sobre los avatares de las distintas ediciones de Fantomas contra los vampiros multinacionales y los cambios gráficos, haciendo clic aquí. Otro artículo más general, haciendo clic aquí.

La reseña de Pablo De Santis, haciendo clic aquí.

Hernán Martignone

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4 respuestas a «Fantomas contra los vampiros multinacionales», de Julio Cortázar – Planeta Destino

  1. Tengo una copia de una edición uruguaya de ‘Ediciones La Redota’ que es pésima porque todas las imágenes están pixeladas, todas y cada una de ellas. Lo bueno es que incluye «otros textos políticos», y con eso repunta un poco la edición.

    Saludos

    J.

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