«City of Tomorrow!», de Howard Chaykin – Norma Editorial

city of tomorrow tapaUtopía americana

Lewis Mumford, uno de los mayores estudiosos de las utopías, ha escrito que el concepto de utopía no es una fantasía especulativa helénica, sino que deriva de un evento histórico: la primera utopía es la ciudad misma. En City of Tomorrow! (traducida al español por Ernest Riera), Howard Chaykin (Black Kiss, The Shadow) imagina la fundación de una ciudad utópica, Columbia, en la que los ideales que sentaron las bases de la democracia estadounidense vuelven a ponerse en juego para reparar los errores del capitalismo salvaje que asuela actualmente a la potencia del norte. Tucker Foyle, hijo del fundador de Columbia, renegará de ese proyecto y de su padre y terminará trabajando para el gobierno. Pero si algo nos enseña la lectura de las obras del género es que no se debe confiar exageradamente en el poder, y Tuck lo experimentará en carne propia cuando el poder de turno trate de eliminarlo por saber demasiado. ¿Por qué Tuck es un renegado? Hay algo en su historia familiar –un secreto, como en todas las familias–, pero también vibra de fondo el fracaso paterno del proyecto de Columbia, que había implementado robots como trabajadores (prácticamente esclavos de los hombres), robots que en  algún momento se rebelarán (hay aquí una clara referencia al gran Isaac Asimov) y tomarán el control de la ciudad. La cosa nanostra y los doppelgángsters se disputarán, entonces, el dominio urbano y de las redes de prostitución, juego ilegal y venta de drogas, mostrando ser demasiado humanos (o imitando, simplemente, a sus creadores). 

city págTucker, en la clandestinidad, vuelve a la ciudad, vuelve a su padre (y no debería haberlo hecho), vuelve a tratar de arreglar las cosas porque algo de su educación cerca de la perfección le queda grabado en la memoria y cree que otro mundo es posible. Así, Tuck se mete en medio de la pelea de las mafias encabezadas por Adam y Fabian, dos androides gemelos, y conoce a la amante del primero, una robótica y despampanante rubia que le enseñará que, de algún modo, él es un héroe. El lenguaje crudo, la violencia y el sexo, una estructura semipolicial y un dibujo personalísimo (que sabe discernir a la perfección el realismo de la sátira o la caricatura) son ya marcas registradas de Chaykin, que vuelve a poner aquí –como en la celebrada American Flagg– su talento al servicio de una historia muy bien contada y de una reflexión sobre los mecanismos del poder, la manipulación genética y una sociedad en decadencia.

Otras historietas de ciencia ficción de Norma Editorial reseñadas: Ocean y El Uno.

Hernán Martignone

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